Monday, August 28, 2006

Vida extraterrestre



Desde que la especie humana tuvo conciencia de la inmensidad del espacio exterior, la posibilidad de la vida fuera de la tierra ha sido fuente constante de especulación. Imaginar que otras civilizaciones podrían estar allá afuera provoca fascinación y hasta miedo. Hace 45 años dio inicio un proyecto para detectar inteligencia extraterrestre, y al mismo tiempo, para emitir mensajes cortos de “aquí estamos” que puedan ser rastreados por ellos. Para lograr esto último, los esfuerzos se centran en mandar al espacio ondas electromagnéticas usando radiotelescopios. Para detectar señales de vida en el espacio también se rastrean ondas electromagnéticas lo cual, de entrada, ya supone un problema mayúsculo. Al tratar de rastrearlas, se asume que las otras civilizaciones hipotéticas están emitiendo también ondas electromagnéticas. Tal vez su forma de contactarnos sea otra y ni siquiera lo detectamos o no podemos decodificar el mensaje. No lo sabemos.


Pese a todo, mandar señales de esta índole parecía ser la opción más viable de contacto con seres provistos de gran inteligencia. Pero a últimas fechas surgió una propuesta de comunicación que no deja de asombrar. De hecho suena un tanto ingenua. Dos sujetos proponen que la mejor forma de comunicación interespacial es mediante mensajes dentro de una botella. Sí, no leíste mal, puedes ver el resumen de su artículo aquí (pon atención al último enunciado). La idea no es nueva, pero ellos hacen un estudio cuantitativo al respecto y concluyen que esta forma sería a la larga (muuuuuy a la larga) más eficaz que mandar señales electromagnéticas al espacio. Demuestran que desde el punto de vista energético, esta vía es mucho más efectiva. Supongamos pues que éste medio es realmente eficiente y dejemos de lado el factor del tiempo (la botella tardaría algunos millones de años en llegar a otra civilización), ¿qué mensaje debería llevar el artefacto en cuestión en su interior? Información biológica y matemática parecen ser la respuesta. Se deben enviar pistas concisas sobre cómo se da la vida en la tierra (estructura del DNA) y operaciones matemáticas que muestren nuestro raciocinio (ver figura). Los autores de este artículo también plantean que se deben rastrear a nuestro alrededor artefactos similares a los que ellos proponen para la comunicación intercivilizaciones. Sugieren que se deben buscar este tipo de objetos cerca de la Tierra, ya que otras culturas podrían ya haber mandado mensajes dentro de botellas. Llama mucho la atención que ese artículo les haya valido a los autores la portada de la revista Nature ¿Realmente era para tanto? Con esto queda claro que en todos lados se cuecen habas. La ciencia no está exenta de sensacionalismo ni de amarillismo.


Hay una enorme cantidad de esfuerzo y muchísimo dinero puestos en buscar civilizaciones extraterrestres como prueba de vida fuera de la Tierra. Si te das una vuelta por el SETI, te darás cuenta de que no es poca cosa lo que hacen.

Sin embargo, la vida fuera de la tierra puede estar mucho más cerca de lo que nos han hecho creer. En serio.
Próximamente la segunda parte.

Friday, August 18, 2006

Glotones


Es maravilloso ser omnívoro. Puedes devorar de todo: carne, vegetales, hongos, insectos, algas, en fin; terminaríamos mucho más rápido si habláramos de lo que no puedes comer. Procesar todo el alimento que ingerimos es obra y gracia de nuestro querido estómago, así como de los intestinos delgado y grueso. El intestino de un humano adulto sano alberga una cantidad astronómica de microorganismos, algunos cálculos sugieren que allí dentro viven 100 trillones de ellos. En su conjunto, forman la microbiota intestinal (por favor, no repitas el error médico clásico, no le llames flora intestinal ¿quién ha visto crecer plantas con flores dentro del intestino?), y está compuesta por arqueas, bacterias y eucariontes. Las bacterias predominan numéricamente en la microbiota y gracias a ellas podemos digerir compuestos que de otra manera nunca podríamos consumir. Por ejemplo, los vegetales y frutas que comes contienen ciertos carbohidratos complejos (con xilano, pectina y arabinosa) que no pueden ser procesados sin la ayuda de bacterias que los degraden y los descompongan en azúcares más simples, los cuales pueden ser absorbidos con facilidad. Es decir, si estas bacterias no vivieran dentro de nosotros, tendríamos que limitar nuestra dieta porque de lo contrario estaríamos indigestos todo el tiempo.

Un reciente estudio reveló que la función de la microbiota intestinal va más allá de lo que se creía, ya que los organismos que allí viven cumplen una gran cantidad de funciones metabólicas. Este trabajo muestra que los microorganismos nos proveen el beneficio de degradar con mayor eficiencia muchos polisacáridos, celulosas y algunos almidones. Antes se pensaba que nuestra relación con los componentes de la microbiota era comensal, esto es que una parte se beneficia mientras la otra permanece sin daño aparente. Claro, el antropocentrismo dictaba que tú le proveías un lugar donde vivir y comer sin complicaciones a la microbiota mientras que a ti no te pasaba nada; casi les hacías un favor. Nada más falso. Con esto queda muy claro que la nuestra es una relación mutualista, es decir, ambas partes resultan altamente beneficiadas. Aunque estemos provistos naturalmente de mecanismos para absorber los diferentes alimentos, es evidente que lo podemos hacer mucho mejor gracias a la microbiota intestinal que reside en nosotros. En la naturaleza ya se han descrito asociaciones muy estrechas con el mismo propósito: las termitas pueden comer madera porque en su tracto digestivo viven felices ciertas bacterias que degradan la celulosa. No se sabe porqué pero dentro de nuestro probado mutualismo ha habido cierta selección de microorganismos que degradan compuestos muy definidos. Existen cosas que no podemos ingerir. Sería glorioso poder comer hojas arbóreas y sus ramas (¿cuáles sabrán mejor?), probar el bambú (los pandas lo ingieren con fruición), o arrancar un pasto verdísimo y devorarlo después de una lluvia de verano: fresco y húmedo. Lástima que no podemos.

Neta, la próxima vez que ingieras algo detente un poco y piensa que lo puedes disfrutar gracias a los millones de microorganismos que viven en ti. Piensa que mientras tú les das un hogar plácido y confortable, ellos te devuelven el favor permitiéndote comer casi todo. También piensa que sin ellos dentro, perderías parte de ti mismo.
Para Alón. (Alles Gute zum Geburstag!!)

Friday, August 11, 2006

¿Pandemia gripal aviar?

Es muy desagradable estar enfermo de gripe. Los estornudos, el moqueo, la fiebre de hasta 40° C, los escalofríos y las molestias musculares pueden llevar a algunos a permanecer hasta 3 días en cama. Esta enfermedad se manifiesta cuando el virus de la influenza invade nuestras vías respiratorias. En el caso particular de este virus (no confundir con el resfriado común), lo más conveniente es reposar y tomar algún analgésico para aminorar las molestias mientras la enfermedad sigue su curso hasta desaparecer por completo.

Este padecimiento también afecta a otros mamíferos y aves, pero los virus que afectan a humanos no afectan a otros mamíferos y aves, y viceversa. Esta percepción cambió en 2003, cuando la comunidad médica mundial advirtió sobre una cepa de gripe proveniente de aves muy agresiva, que era capaz de infectar humanos y, en algunos casos, provocaba la muerte. Los primeros casos documentados de gripe aviar en humanos se dieron en 1997, en Hong Kong: 18 personas fueron infectadas y 6 murieron. Casi 7 años después, 124 personas habían contraído la enfermedad y 63 habían muerto en varios países asiáticos. Con esto, surge la duda ¿por qué un virus que está adaptado a infectar células de aves puede infectar también células de primates? Se ha especulado mucho al respecto y aún no hay nada claro, restan por hacer muchos estudios e indagar más el asunto, aunque todo parece indicar que son casos excepcionales. Pero los médicos se han aventurado a proponer que el virus de gripe aviar (denominado H5N1) pudo haber hecho el “salto” de infectar aves a infectar humanos en un solo paso, esto es, que un virus que infectaba aves originalmente, comenzó a infectar humanos prácticamente de un día para otro. Esto es muy improbable y no refleja el resultado de las investigaciones serias que se han realizado al respecto.

Además, se han atrevido a comparar el potencial de la gripe aviar actual con la pandemia gripal que mató a 40 millones de personas alrededor del mundo entre 1918 y 1919, la cual se conoció como gripe española. Un grupo de médicos afirma que el virus que mermó la población a principios del siglo XX provenía de las aves, y que mediante adaptaciones específicas, fue capaz de infectar al ser humano. También, proponen que se esparcía como cualquier gripe común: mediante tos o estornudos. Otros grupos de investigación (no médicos) han cuestionado seriamente esta hipótesis y hacen evidente que el primer grupo ha malinterpretado sus propios resultados, generando una voz de alarma prácticamente infundada que puede distorsionar la percepción del público acerca del riesgo de la enfermedad, con consecuencias económicas y sociales muy serias. Si bien es cierto que la cepa H5N1 ha causado varios decesos, no hay evidencia que apunte hacia un posible esparcimiento global. Ante esto, uno concluye que los médicos son unos ineptos para interpretar los resultados de sus propias investigaciones, pero lo más grave: han generado un pánico mundial sin sustento cuando afirman que se debe luchar por contener una inminente pandemia gripal aviar de consecuencias mayúsculas.

Ya en el colmo de la estupidez, con el pretexto de detener la propagación del virus, todos vimos alguna vez las imágenes provenientes de Asia y Europa
de unos tipos sacrificando aves de corral enfundados en trajes cuasiespaciales; todo al más puro estilo Hollywoodense. Y ante esto, sólo nos resta pensar que también son teatreros, escandalosos y mamones.

Friday, August 04, 2006

Mascotas

Muchos hemos sentido fascinación por los dinosaurios alguna vez. Saber que hace millones de años poblaron la tierra seres de dimensiones gigantescas, y que formaban parte de una cadena trófica funcional, puede provocar, incluso, nostalgia. Nunca los veremos vivos, pero gracias a los fósiles, se puede reconstruir sus anatomías e inferir ciertos aspectos conductuales.

Los dinos de mayor tamaño pertenecían a la familia de los saurópodos, los dinosaurios que viste en Jurassic Park con un cuello y una cola larguísimas, casi interminables. Llegaban a pesar 90 toneladas y medían hasta 30 metros. Sin embargo, hace un par de meses la revista científica más importante, el semanario británico Nature, publicó este artículo En él, un grupo de paleontólogos alemanes estudian varios especímenes de lo que parecen ser saurópodos bebés. En algunas localidades de Baja Sajonia este grupo ha colectado huesos de individuos que rondan desde 1.7 hasta 6.2 metros. Para elucidar la edad real de los pequeños saurópodos, realizan cortes histológicos en huesos que se encuentren en condiciones de soportar el estrés que esto representa, y se percatan de algo fascinante: en todos los casos encuentran anillos de crecimiento bien formados, algo similar a los anillos que forman también los troncos de los árboles, entre más anillos tiene, más viejo es. En pocas palabras, los individuos eran especimenes adultos, ¿saurópodos enanos? ¿cómo es posible? La explicación a este fenómeno parece saltar de inmediato: estos individuos pertenecen a un grupo de saurópodos basales que aún no desarrollaban esos tamaños colosales. Es bien sabido que algunos vertebrados tienden al gigantismo (los primeros mamíferos eran del tamaño de un ratón, vean ahora el tamaño de la ballena azul), por tanto, es lógico pensar que pertenezcan a una época temprana dentro del periodo geológico del Triásico (el primero que registra a los dinos).

Pues no. Los fósiles datan del Jurásico tardío, justo cuando los saurópodos desarrollaron sus mayores tallas. Al tratar de explicar esto, los autores descubren, mediante paleogeografía, que el sitio donde hallaron los fósiles era una pequeña isla (200,000 km2) justo cuando los pequeños saurópodos vivían. Esto significa que, Europasauros holgeri se vio forzado a disminuir su tamaño para poder habitar espacios terrestres reducidos, ya que su enorme talla original le habría imposibilitado sobrevivir en ese nicho.

Cuando leí esto traté de imaginarme a un saurópodo chiquito, de no más de dos metros de largo de cabeza a cola. Y concluí que sería una excelente mascota. Imagínate, un dinosaurio lo suficientemente pequeño para tenerlo en una casa medianamente grande. Sin la angustia de que algún día te ataque porque es herbívoro. Viéndolo comer ramas de tu mano mientras emite quién sabe qué sonidos, y pensar que frente a ti hay un dino que, generaciones atrás, medía y pesaba 10 veces más.

Cada mañana lo verías a los ojos y le preguntarías ¿cómo era el mundo cuando tú y tu familia vivían?, y él, sin sonidos de por medio, sólo con un gesto, te diría: feliz, sin Homo sapiens a nuestro alrededor. Y tú, le creerías sin dudar.