La metamorfosis es un fenómeno biológico que consiste en la transformación física abrupta de un organismo después de la etapa embrionaria. Algunas veces, el cambio físico conlleva también un cambio de hábitat. Este proceso ocurre en peces, anfibios e insectos. Todos recordamos que los renacuajos eventualmente sufren una metamorfosis y se convierten en ranas, pero el más drástico de los cambios ocurre, sin duda, en los insectos. Que una oruga se transforme en mariposa es un fenómeno que proyecta una gran belleza, pero sobre todo, es un proceso que encierra una enorme complejidad en los factores genéticos que lo regulan. El mes pasado la prestigada revista PNAS publicó un artículo (clic) que intenta explicar el posible origen de la metamorfosis. La teoría postulada por el autor ha generado un rechazo unánime. Sin embargo, lo más grave del caso es que tal barbaridad se haya publicado en un journal de semejante importancia. Esto generó que la comunidad científica mundial ponga en entredicho (nuevamente) la forma tan poco ortodoxa en que se publican algunos artículos en dicha revista, que a pesar de todo es tan aclamada. El escándalo ha alcanzado tal dimensión, que PNAS se ha visto obligada a modificar sus políticas de publicación para mantener su estatus como de uno los top-journals mundiales, y así amainar el escarnio provocado.
El artículo que desató tal polémica es obra del zoólogo inglés retirado Donald Williamson. Él se enfoca en la metamorfosis que ocurre en la oruga-mariposa, y en resumen, postula lo siguiente: el ciclo de vida de una mariposa no es el resultado de un linaje que se diferencia en dos estadios (la oruga y el adulto volador), sino el producto de un evento de hibridación entre el genoma de una oruga y una mariposa. Para ser más claros, el autor propone que la oruga y la mariposa alguna vez fueron organismos diferentes, sin embargo, en algún momento, se dio una “cruza” entre los gametos de la oruga y la mariposa. De esta manera, sus genomas se fusionaron y ocurrió lo que el autor denomina “hibridogénesis”. Es por esto que ahora el “nuevo oganismo” subsiste la mitad de su ciclo de vida como oruga, y la otra como mariposa. Piénsalo un momento, es como si los unicornios existieran y a alguien se le ocurriera postular que fue el resultado de una cruza y reprogramación genética entre un caballo y un rinoceronte volador, de tal manera que el caballo vive feliz durante diez años como caballo, para después generar alas y un cuerno. Es completamente inverosímil. Encima de todo, el autor no muestra un solo dato que apoye su teoría, sólo propone la clase de experimentos que se tendrían que realizar para probar su dicho. Que dicho sea de paso, son también jaladas increíbles.
Dejando de lado la absoluta mamada de su teoría, lo realmente grave es su aparición en una revista tan importante como PNAS. El prestigio de un journal científico se mide por la cantidad de gente que lo lee y que cita esos trabajos, lo cual está emparentado directamente con la calidad de sus artículos. Esto se conoce como índice de impacto, y sobra decir que para publicar un artículo en, digamos, Nature (la revista con más índice de impacto, es decir, la más importante), el trabajo debe ser muy sobresaliente, debe mostrar resultados muy novedosos y debe tener evidencia experimental contundente (fue en Nature donde se publicó el revolucionario artículo de Watson y Crick sobre la estructura del DNA. Ahí nomás). PNAS está clasificado entre los top-10 de índice de impacto, pero tiene dos formas de publicación. Brevemente, la primera consiste en enviar el trabajo para que sea revisado por 3 ó 4 réferis que también son científicos y que investigan el mismo campo de estudio, de esta manera todos son expertos en la materia y tienen los suficientes elementos para juzgar el trabajo. Entre más impacto tenga el journal, más estrictos serán. Si los réferis concluyen que el trabajo cumple con los estándares de la revista, entonces el artículo se publica, si no, el artículo es rechazado y los autores deben buscar otro journal para publicar (uno de menor impacto). Esto se conoce como peer-review. De esta forma, las revistas “escogen” qué trabajos se publicarán. Pero existe una segunda forma de publicar un artículo en PNAS, y es exclusiva de esta revista. Los miembros de la academia de ciencias de EUA tienen derecho a mandar artículos para que se publiquen en la revista sin pasar por el filtro del peer-review. En teoría, ellos pueden enviar cualquier trabajo que consideren lo suficientemente bueno para la revista. Este fenómeno promueve un claro nepotismo, ya que se puede decir: “Ah, le voy pedir de favor a mi amigo fulanito, miembro de la academia, que envíe mi artículo a PNAS”. El fulano en cuestión acepta y el artículo finalmente es publicado, aunque no cumpla con los estándares que se le exigirían en un peer-review. Con esto no quiero decir que todos los casos sean así, es más: la mayoría no lo son. Existen artículos que han sido publicados de esta manera en PNAS y han tenido un impacto brutal. Un claro ejemplo es el trabajo de John Nash, que a la larga le mereció el premio Nobel (ajá, el mismo John Nash de la película biográfica A beautiful mind).
Retomando el caso del artículo sobre la metamorfosis que desató esta polémica, es importante señalar que había sido rechazado anteriormente en ¡7 journals diferentes!, todos con el método de revisión peer-review. Esto nos da una mejor idea de qué tan descabellado es el asunto. Al final, Williamson le pidió a alguien de la Academia de Ciencias gringa (Lynn Margulis, famosa por su teoría de la endosimbiosis) que lo mandara a publicación a PNAS; ella aceptó y aquí tenemos el resultado.
Tal escándalo tuvo consecuencias. PNAS emitió un comunicado la semana pasada donde anuncia que a partir de Junio del 2010, no habrá más casos de envíos directos para publicación, sólo peer-reviews. De esta forma, la revista empata su política de publicación con todas aquellas que se precian de tener una mínima seriedad. No más artículos sin sustento ni teorías descabelladas. No más escarnio indiscriminado. Al menos no en PNAS.
PD. ¿Alguien sabe qué fue de Hipatia?