Saturday, November 11, 2006

Obesidad, vejez y vino tinto

La obesidad se ha convertido en un problema de salud pública muy severo, ya que la cifra de individuos con sobrepeso alcanza los 2100 millones a nivel mundial. En la actualidad se asocia a la obesidad con un elevado riesgo de contraer enfermedades cardiovasculares y diabetes, pero pocas veces se toma en cuenta que los riesgos también se incrementan con la edad, además, con el correr de los años se incrementa el riesgo de desarrollar cáncer y distintas enfermedades inflamatorias. Al respecto, ya se había demostrado que el reducir un 40% la ingesta de calorías es la forma más robusta y reproducible de retardar las enfermedades relacionadas con la edad y de extender la longevidad en mamíferos (en ratoncitos, pues, ah, qué haríamos sin ellos...), de modo que si comen menos viven más.

La correlación entre una limitada dieta calórica y un incremento en la longevidad había inquietado a la comunidad científica, puesto que todo indicaba una conexión directa entre longevidad y sobrepeso, lo cual no es nuevo, todos sabemos que los obesos no viven demasiado. Por décadas se han tratado de aislar compuestos que reduzcan los efectos nocivos de la obesidad, pero no se ha conseguido demasiado. Pero hace dos días, la revista Nature publicó este artículo que abre, a partir de ya, una posible “cura” para la obesidad.

El resveratrol (3,5,4'-trihidroxistilbeno) es un compuesto que se aisló de las uvas y que se encuentra principalmente en la cáscara y las semillas. Diversos estudios ya han demostrado que el resveratrol tiene efectos antioxidantes y antiinflamatorios. Pero en el citado artículo se suministró resveratrol a ratones obesos y se analizó qué efectos tendría el compuesto sobre su salud. Los resultados son fascinantes, el resveratrol disminuye muchos efectos nocivos de la obesidad. Destacan: (1) una mayor cantidad de insulina en sangre (adiós diabetes), (2) una mejora muy significativa en las funciones pancreáticas, hepáticas y cardiacas (adiós ataques prematuros de corazón) y (3) un incremento en la cantidad de mitocondrias en el hígado (las mitocondrias son los componentes celulares que proveen energía y que disminuyen con la obesidad, generando cansancio y debilidad).

El impacto de esta investigación en un futuro inmediato parecen prometedoras. De hecho, el resveratrol se vende ya como un suplemento alimenticio. Resulta también muy interesante que este compuesto se encuentre en las uvas, y por tanto, en el vino. El vino tinto posee más resveratrol que el blanco, ya que el tinto se fermenta con la cáscara, mientras que el blanco no. Pero aguas, no te vayas con la finta, la cantidad de resveratrol suministrado a los ratones equivale a 22 miligramos por kilogramo al día (por lo tanto, un hombre de 100 kilos requeriría 20 gramos por día). Lamento decirte que el vino tinto tiene en promedio sólo 4 miligramos de resveratrol por litro. Haciendo cuentas, una copa de vino tinto contiene sólo 0.3% de la cantidad de resveratrol que necesitarías por día para mejorar tu salud. En resumen, antes de que notaras una mejora significativa gracias al resveratrol presente en el vino, ya tendrías cirrosis. Tampoco salgas corriendo a comprar resveratrol a una tienda, los efectos secundarios de cantidades tan altas de resveratrol como las suministradas a los ratones no están probados en humanos. Mejor espera unos tres añitos, en estos momentos se hacen ya estudios clínicos con el resveratrol en personas obesas y se observan sus efectos (no vaya a ser que las dosis altísimas de este compuesto produzcan enanismo, disminución de neuronas, o yo qué sé).

El resveratrol promete mejorar la salud significativamente y por lo tanto, alargar el ciclo de vida de los obesos, pero tampoco es la panacea. Quedan algunas afecciones asociadas a la obesidad que no mejoran con la ingesta de resveratrol. Pero a partir de este fin, comeré los tacos de maciza, cuerito, buche y nana con una copita de vino, al menos sé que estoy contrarrestando en un 0.3% los efectos nocivos de la grasita. Igual no es mucho pero todo sea por la salud, ¿o no?

Friday, October 20, 2006

Sueño

El sueño y la vigilia, como muchos comportamientos y actividades fisiológicas, tienen una periodicidad que ronda las 24 horas. A este fenómeno se le conoce como ritmo circadiano y se sabe que dichos ritmos son endógenos, es decir, se mantienen constantes sin estímulos ambientales. Pero estos ritmos son modulados por señales de tiempo externas que los adaptan al ambiente. La luz del sol es una poderosa señal ambiental que se liga a la fase activa del ritmo circadiano de algunos animales y a la fase inactiva de otros (muchos animales son activos durante la noche y duermen durante el día. Extrañamente, este fenómeno se manifiesta en los humanos cada vez más, por alguna razón nos gusta la noche). Estrictamente hablando el sueño se define mediante cuatro criterios: (1) actividad motora reducida, (2) baja respuesta a estímulos, (3) posturas típicas (en humanos, acostados y con los ojos cerrados) y (4) relativa facilidad para su reversión (esto lo distingue del coma, la hibernación y la estivación).

El sueño se divide en dos etapas: sueño REM (Rapid Eye Movement) y sueño no REM. Cuando comenzamos a dormir, la fase no REM se manifiesta primero; después llega la fase REM, que es una forma activa del sueño en la cual la actividad neuronal casi iguala a la del estado de vigilia. Durante nuestras horas de sueño existen varios ciclos de fases no REM y REM. Estas fases están muy delimitadas y su descubrimiento hace 6 décadas revolucionó el entendimiento del sueño. Resulta interesante que existan varios trastornos asociados a las diferentes fases. Por ejemplo, un estudio demostró que una persona con depresión profunda manifiesta un alivio considerable cuando le son interrumpidas las fases REM del sueño. Pero cuando el sujeto vuelve a dormir de manera normal (sin que se le interrumpa la fase REM), la depresión regresa. (nota pa´ los deprimidos: no crean que es tan fácil interrumpir la fase REM, se necesitan muchos cables y aparatos caros para detectarla, y al menos un tipo que la sepa identificar y los despierte. Costaría un varote.)

Pero, ¿por qué dormimos? Durante los últimos cincuenta años han surgido varias teorías que tratan de explicarlo:
i) Conservación de la energía metabólica. Esto se apoya por el hecho de que los mamíferos pequeños tienden a dormir más ya que tienen pocas reservas energéticas y grandes demandas de energía (ésta a mi de entrada ya me huele mal, yo duermo un chingo y no soy precisamente pequeño...). La idea de que el sueño funciona para restituir algo suena atractiva, pero no se ha identificado precisamente qué se restaura durante el sueño.
ii) Cognición. Después de varios días de privación del sueño en humanos, se observa una baja en el desempeño intelectual (tienden a cometer puras pendejadas incluso en operaciones aritméticas básicas, neta), por lo que se ha propuesto que el sueño sirve para ciertas funciones mentales. Sin embargo, la baja en el desempeño intelectual se puede revertir mediante drogas analépticas.
iii) Termorregulación. El cuerpo y el cerebro disminuyen su temperatura durante el sueño, por lo que se ha propuesto que el dormir provee funciones de enfriamiento. Pero por otro lado, a las ratas que se les induce privación del sueño por dos semanas muestran una baja en la temperatura corporal, por lo que también se ha propuesto que el sueño actúa como un mecanismo para retener calor (además de lo contradictorio de las propuestas, cuando a una rata se le priva del sueño por tres semanas, muere, lo que demuestra que el sueño es una función fisiológica básica como beber o comer).
iv) Maduración neural. Algunos reportes apoyan la teoría de que el sueño REM facilita la memoria y el aprendizaje, pero la evidencia no ha sido lo suficientemente fuerte o consistente como para que sea aceptada. De hecho, el aprendizaje puede ocurrir en la ausencia de sueño. Además, se ha postulado que el sueño REM está ligado a la maduración de las células neuronales, ya que la mayoría de los mamíferos duermen gran parte del día cuando acaban de nacer.

Este último punto nos lleva a cuestionar cuánto debemos dormir para desempeñarnos bien en las actividades diarias. Los investigadores coinciden en que eso depende de cada individuo. Algunos deben dormir nueve o diez horas, pero se sabe que hay gente que no necesita más de cuatro o cinco horas para sentirse bien durante el día. Así que no te sientas mal si te tildan de güevón por dormir demasiado, ni modo, lo necesitas para estar bien.

Finalmente, a la luz de tantas ideas acerca del sueño, éste puede tener muchas funciones, porque como pudiste apreciar, cada teoría tiene hechos que la apoyan o la descartan. De manera alternativa, es posible que el sueño tenga una función única que aun no haya sido descubierta. No sé tú, pero creo que si existiera la posibilidad de una vigilia vitalicia mediante alguna droga sin que esto acarrease consecuencias fatales, yo no la tomaría. Sólo imagina ver el mundo día y noche sin cesar; sería verdaderamente perturbador.

Voy a echarme un coyotito.

Friday, September 29, 2006

Dos breves notas:


1.

Hace algunas semanas la Secretaría de Salud emitió una alerta para que se dejaran de consumir espinacas provenientes de EUA. La razón fue que se había detectado la bacteria Escherichia coli O157:H7 (EHEC) en las espinacas (de hecho fueron los gringos los que se dieron cuenta). Está descrito en la literatura científica que este bicho es capaz de generar severas complicaciones gastrointestinales entre las que destacan: dolor abdominal, diarrea con sangre y vómito. Pero lo verdaderamente peligroso son las toxinas que produce (conocidas como toxinas Shiga), las cuales pueden provocar incluso la muerte mediante un síndrome hemolítico urémico; en pocas palabras, fallo renal. EHEC afecta a países desarrollados (Reino Unido, Japón, EUA) y el brote más escandaloso surgió a principio de los noventas, cuando Jack in the Box vendió hamburguesas contaminadas con esta bacteria en sucursales de Washington, Idaho, Nevada y California. De los 732 infectados 4 perecieron. Pero EHEC no le haría ni cosquillas a la mayoría de los mexicanos, ya que tenemos una especie de “inmunidad cruzada” que nos protege contra la infección por EHEC. Hay dos posibles explicaciones para esto: i) cuando chicos, nos enfermamos de diarrea por comer alimentos infectados y nuestro sistema inmune genera defensas contra esas bacterias, los cuales nos protegen también contra EHEC, ii) nuestra microbiota actual (la cual está en cierta medida enriquecida gracias a la constante ingesta de alimentos acompañados con bacterias que consumimos en la calle) genera una especie de “barrera” para que otras bacterias extrañas no puedan colonizar el tracto intestinal. A la mayoría de nosotros EHEC no nos hubiera hecho nada, pero la alerta era necesaria, siempre existen individuos susceptibles a los cuales sí les afectaría.

2.

Hace poco más de un año, el 28 de Agosto del 2005, el huracán Katrina le pegó con toda su fuerza a Lousiana. Mucho se dijo que el gobierno gringo habría tenido la culpa por no reforzar los diques que protegían de una eventual inundación a Nueva Orleáns. Pero seguramente, dichos diques no habrían hecho nada por evitar la mega inundación en la ciudad y sus alrededores. Nueva Orleáns está por debajo del nivel del mar y se sitúa entre el río Mississippi y el lago Pontchartrain. A principios del siglo XX comenzó un proyecto para drenar grandes terrenos de la ciudad que se componían en su mayoría de pantanos para tener así mayor extensión. Gran pendejada. Tarde o temprano, el agua reclamaría sus terrenos y justamente eso ocurrió con Katrina; toda el agua que habían drenado sólo regresó a ocupar su lugar. Dicen los geólogos que se deben perforar 240 metros bajo el suelo de Nueva Orleáns antes de encontrar roca sólida, antes de eso sólo hay tierra humedecida. Quieren reconstruir la ciudad y reforzar los diques, pero más temprano que tarde llegará otro huracán y se va a inundar todo otra vez. Lo mejor sería desalojar toda la ciudad si no quieren volver a vivir lo mismo. Pero no, los ingenieros creen que le van a poder ganar la batalla a un huracán categoría 5 como Katrina y a toda el agua que trae consigo. Creen que ellos van a poder contener al Mississippi y al Pontchartrain si se desbordan. Échale un ojo a la foto de aquí abajo, fìjate cómo queda sitiada la ciudad por esos dos enormes cuerpos de agua, también observa cómo la ciudad está bajo el nivel del mar, ¿crees que puedan contenerlo? Allá ellos.
Manuscritos en preparación: Funciones fisiológicas del sueño; Los dinosaurios no están extintos; La vida en un lago de dióxido de carbono.

Wednesday, September 13, 2006

Pulsión de muerte

La Tierra está plagada de vida. Casi donde sea que se te ocurra existen organismos poblando ese lugar, por inimaginable que parezca. Los primeros registros de vida en la Tierra se remontan a 3500 millones de años atrás, mientras que la edad de este planeta se calcula en 4500 millones de años. Pero a lo largo de la historia terrestre han ocurrido extinciones que merman la cantidad de seres vivientes (plantas, animales; de todo) lo cual da lugar -después de cierto tiempo- a la aparición de nuevas formas de vida. Esto se conoce gracias a los registros fósiles que preservan organismos que vivieron hace miles o millones de años, los cuales permiten visualizar la cantidad de especimenes que alguna vez existieron. Y la conclusión paleontológica es muy clara: la mayoría de las especies que han habitado el planeta están ya extintas. La extinción es un fenómeno que ha ocurrido desde que surgió la vida y las más drásticas se conocen con el nombre de extinciones masivas.

La mayoría de los investigadores coinciden en el reconocimiento de 5 extinciones masivas. La más severa de todas ocurrió hace 251 millones de años, y se calcula que cerca del 90% de la vida en el planeta se extinguió. Futa, nomás haz cuentas y visualiza un planeta con el 10% de vida en la actualidad, se ve cabrón ¿no? Pero la más famosa de todas las extinciones es aquella que acabó con los dinosaurios hace 65 millones de años. Y pues cómo no, nos han sabido vender muy bien la idea de que un meteorito enorme impactó a la Tierra y como consecuencia, nuestros queridos dinos se extinguieron. No nada más fueron los dinos, junto a ellos se extinguió el 50% de toda la vida en el planeta. ¿Y de veras un meteorito causó esa extinción? El cráter de tal impacto existe y está nada más ni nada menos que en la península de Yucatán. Cuando dicho cráter se descubrió, la mayoría dio por cierta la teoría catastrofista del meteorito, pero años después un grupo evidenció que el impacto habría ocurrido 300 mil años antes de la extinción, lo cual prueba que el dichoso meteorito no fue el causante.

Los estudios geológicos y paleontológicos señalan que las extinciones masivas son el resultado de cambios climáticos globales, provocados en parte por una actividad volcánica excesiva. Por ejemplo, la extinción que acabó con el 90% de la vida, está relacionada con un calentamiento global y el derretimiento de los casquetes polares, lo cual originó que el nivel del mar subiera y que inundara tierras que eran habitadas por miles de organismos. Como consecuencia, las áreas habitables se redujeron severamente y esto llevó a una extinción masiva. Además, debido al calentamiento global, las corrientes marinas se alteran y existe evidencia de que esto puede resultar en zonas anóxicas (sin oxígeno) en los océanos y la consecuente pérdida de vida en esos lugares. Es importante señalar que la vida no se acaba de un día para otro en las extinciones masivas, es un proceso que toma varios miles de años. Sin embargo, dicho proceso representa un cambio brusco en la escala geológica (¿qué pueden ser 50 mil años frente a 500 millones de años?, un pestañeo).

Como te das cuenta, el calentamiento global no es nuevo. La Tierra ha atravesado varias veces por ese fenómeno y el resultado siempre es el mismo: la aparición de nuevas formas de vida. Por ejemplo, la extinción que acabó con los dinos y el 50% de la vida hace 65 millones de años, originó después la expansión de los mamíferos, mientras que la extinción ocurrida hace 251 millones de años dio lugar a la llegada a los dinos.

No te creas mucho aquello de que nosotros somos los causantes del actual calentamiento global. Como siempre, ahí va la gente de hocicona y antropocéntrica a decir que nosotros tenemos toda la culpa. Carajo, la Tierra tiene una historia que contarnos, la vida no se hizo cuando apareció el Homo sapiens.

Monday, September 04, 2006

Vida extraterrestre II

Apartados de todo el sensacionalismo creado alrededor de la búsqueda de posibles civilizaciones inteligentes fuera de la tierra, existen grupos de investigación que centran sus esfuerzos en encontrar vida extraterrestre desde un enfoque diametralmente opuesto. Ellos no buscan seres humanoides ni ondas de radio emitidas desde algún punto del universo. Lo que los exobiólogos indagan, es una forma de vida mucho más “simple”, más realista: vida microscópica, en particular, bacterias. Si bien es cierto que en el sistema solar no hay ningún planeta con parámetros tan benéficos para el desarrollo de vida como la conocemos en la Tierra, sí existen cuerpos celestes con ciertas condiciones que permitirían la proliferación de algunos organismos. Al respecto, ya hay resultados prometedores.

El primer experimento para buscar vida microscópica fuera de la tierra ocurrió en Marte. En 1976 una sonda arribó a la superficie marciana y colectó muestras de suelo para analizarlas. El objetivo era recopilar evidencia de procesos químicos similares a los que las bacterias realizan aquí en la Tierra. Este primer acercamiento no arrojó resultados contundentes, ya que no refutó ni confirmó la presencia de vida en el planeta rojo. Hubo algunas pistas que suponían la posible presencia de vida, pero tiempo después, quedó claro que estos datos no eran convincentes. Al final, esta primera aproximación sólo dio una vaga idea acerca del ambiente químico que prevalecía en el planeta. Uno de los mayores impedimentos en ese entonces fue la tecnología existente, ya que los aparatos usados por la sonda no eran muy sensibles (todas las pruebas fueron hechas in situ, no se trajo material para su estudio en la Tierra) y eso limitó mucho el resultado final. Por otro lado, en los setentas no se sabía mucho de las condiciones geológicas de Marte, ni tampoco si había presencia de agua (para algunos, una condición para la existencia de vida), pero durante esta década se ha avanzado notablemente al respecto. Las imágenes enviadas a la Tierra por la sonda Opportunity en Enero del 2004 desde Marte, han revelado pistas importantes para el posible desarrollo de la vida en ese planeta. Esta sonda arribó a una zona conocida como Meridiani Planum, un terreno plano y suave que dista mucho de aquéllas zonas accidentadas y rocosas donde se habían posado sondas anteriores y que dificultaban capturar imágenes nítidas. Los estudios interdisciplinarios originaron 11 artículos (puedes verlos aquí) y los resultados son sorprendentes. Los geólogos concluyen que la composición y forma de las rocas, así como la estratigrafía y sedimentología observadas, son el resultado de inundaciones, evaporación y desecación provocadas por agua superficial. Esto significa que en el pasado de la historia marciana existió un clima cálido y húmedo (¡agua en Marte!), lo cual habría propiciado condiciones favorables para la vida. En 2009, la ESA y la NASA unirán esfuerzos y enviarán una sonda que recolectará, finalmente, rocas y polvo de la superficie marciana mediante tecnología de punta, para que sean analizados en la Tierra y así saber con certeza si hay, o hubo alguna vez, vida en aquel planeta. Ya te imaginarás todos los cuidados que están poniendo para traer los materiales íntegros, prístinos, aislados en ambientes estériles dentro de la sonda para que no se contaminen en ningún momento a su llegada a la Tierra. De esta manera tendríamos un pedazo de Marte sin alteración alguna.

Si te das cuenta, los exobiólogos le están apostando a que la vida en otros planetas ocurre de manera muy similar (o igual) a como ocurre aquí en la Tierra. El escenario ideal sería ver a los organismos vivos, pero si no ocurre, es imperativo que abran más sus horizontes y que no se enfoquen en encontrar sólo aminoácidos, ácidos nucleicos o sustancias bioquímicas que sean el resultado del metabolismo de algún organismo vivo como lo conocemos aquí. Con este enfoque, los exobiólogos asumirían como cierta la teoría de la panspermia. Tal vez allá, las estructuras químicas de los seres vivos sean completamente diferentes a como nosotros las conocemos. Tal vez allá, la vida se ha abierto paso de manera muy distinta a como ocurre aquí. Tal vez allá, ni siquiera se requiera agua para la existencia de la vida.

Otras candidatas para la existencia de vida fuera la de la Tierra son Europa y Ganymede--ambas, lunas de Júpiter. Allí, los telescopios han detectado la presencia de enormes extensiones de hielo (mares congelados), lo que sugiere la existencia de vida en esos lugares (en los casquetes polares terrestres viven felices algunas bacterias a –30°C).

Por el momento todo es suposición. Deberemos esperar al menos hasta el 2010, cuando la sonda regrese con rocas y suelo marcianos. Si el resultado es negativo, tal vez ni tú ni yo veamos los esfuerzos (y mucho menos los resultados) para buscar vida en las lunas de Júpiter. Puede que en realidad no haya rastro de vida de ninguna índole y la neta sería decepcionante. Sería muy triste saber que no hay microorganismos viviendo en otros planetas. Imagínate cuánto aprenderíamos de ellos, cuántas estrategias para sobrevivir habrían desarrollado. Yo, lo digo abiertamente, confío en la confirmación de la vida extraterrestre. Si hay vida allá, estudiaría sus mecanismos biológicos y haría todo lo posible para ser como ellos, para que un buen día me largue de la Tierra y escape de la ojetez imperante aquí. Seguramente, a pesar de la rudeza climática marciana, ellos viven más felices que nosotros.
(Muchas gracias a 2100 [MMC] por las sugerencias e ideas vertidas en la plática interestelar que dio origen a estos posts.)

Monday, August 28, 2006

Vida extraterrestre



Desde que la especie humana tuvo conciencia de la inmensidad del espacio exterior, la posibilidad de la vida fuera de la tierra ha sido fuente constante de especulación. Imaginar que otras civilizaciones podrían estar allá afuera provoca fascinación y hasta miedo. Hace 45 años dio inicio un proyecto para detectar inteligencia extraterrestre, y al mismo tiempo, para emitir mensajes cortos de “aquí estamos” que puedan ser rastreados por ellos. Para lograr esto último, los esfuerzos se centran en mandar al espacio ondas electromagnéticas usando radiotelescopios. Para detectar señales de vida en el espacio también se rastrean ondas electromagnéticas lo cual, de entrada, ya supone un problema mayúsculo. Al tratar de rastrearlas, se asume que las otras civilizaciones hipotéticas están emitiendo también ondas electromagnéticas. Tal vez su forma de contactarnos sea otra y ni siquiera lo detectamos o no podemos decodificar el mensaje. No lo sabemos.


Pese a todo, mandar señales de esta índole parecía ser la opción más viable de contacto con seres provistos de gran inteligencia. Pero a últimas fechas surgió una propuesta de comunicación que no deja de asombrar. De hecho suena un tanto ingenua. Dos sujetos proponen que la mejor forma de comunicación interespacial es mediante mensajes dentro de una botella. Sí, no leíste mal, puedes ver el resumen de su artículo aquí (pon atención al último enunciado). La idea no es nueva, pero ellos hacen un estudio cuantitativo al respecto y concluyen que esta forma sería a la larga (muuuuuy a la larga) más eficaz que mandar señales electromagnéticas al espacio. Demuestran que desde el punto de vista energético, esta vía es mucho más efectiva. Supongamos pues que éste medio es realmente eficiente y dejemos de lado el factor del tiempo (la botella tardaría algunos millones de años en llegar a otra civilización), ¿qué mensaje debería llevar el artefacto en cuestión en su interior? Información biológica y matemática parecen ser la respuesta. Se deben enviar pistas concisas sobre cómo se da la vida en la tierra (estructura del DNA) y operaciones matemáticas que muestren nuestro raciocinio (ver figura). Los autores de este artículo también plantean que se deben rastrear a nuestro alrededor artefactos similares a los que ellos proponen para la comunicación intercivilizaciones. Sugieren que se deben buscar este tipo de objetos cerca de la Tierra, ya que otras culturas podrían ya haber mandado mensajes dentro de botellas. Llama mucho la atención que ese artículo les haya valido a los autores la portada de la revista Nature ¿Realmente era para tanto? Con esto queda claro que en todos lados se cuecen habas. La ciencia no está exenta de sensacionalismo ni de amarillismo.


Hay una enorme cantidad de esfuerzo y muchísimo dinero puestos en buscar civilizaciones extraterrestres como prueba de vida fuera de la Tierra. Si te das una vuelta por el SETI, te darás cuenta de que no es poca cosa lo que hacen.

Sin embargo, la vida fuera de la tierra puede estar mucho más cerca de lo que nos han hecho creer. En serio.
Próximamente la segunda parte.

Friday, August 18, 2006

Glotones


Es maravilloso ser omnívoro. Puedes devorar de todo: carne, vegetales, hongos, insectos, algas, en fin; terminaríamos mucho más rápido si habláramos de lo que no puedes comer. Procesar todo el alimento que ingerimos es obra y gracia de nuestro querido estómago, así como de los intestinos delgado y grueso. El intestino de un humano adulto sano alberga una cantidad astronómica de microorganismos, algunos cálculos sugieren que allí dentro viven 100 trillones de ellos. En su conjunto, forman la microbiota intestinal (por favor, no repitas el error médico clásico, no le llames flora intestinal ¿quién ha visto crecer plantas con flores dentro del intestino?), y está compuesta por arqueas, bacterias y eucariontes. Las bacterias predominan numéricamente en la microbiota y gracias a ellas podemos digerir compuestos que de otra manera nunca podríamos consumir. Por ejemplo, los vegetales y frutas que comes contienen ciertos carbohidratos complejos (con xilano, pectina y arabinosa) que no pueden ser procesados sin la ayuda de bacterias que los degraden y los descompongan en azúcares más simples, los cuales pueden ser absorbidos con facilidad. Es decir, si estas bacterias no vivieran dentro de nosotros, tendríamos que limitar nuestra dieta porque de lo contrario estaríamos indigestos todo el tiempo.

Un reciente estudio reveló que la función de la microbiota intestinal va más allá de lo que se creía, ya que los organismos que allí viven cumplen una gran cantidad de funciones metabólicas. Este trabajo muestra que los microorganismos nos proveen el beneficio de degradar con mayor eficiencia muchos polisacáridos, celulosas y algunos almidones. Antes se pensaba que nuestra relación con los componentes de la microbiota era comensal, esto es que una parte se beneficia mientras la otra permanece sin daño aparente. Claro, el antropocentrismo dictaba que tú le proveías un lugar donde vivir y comer sin complicaciones a la microbiota mientras que a ti no te pasaba nada; casi les hacías un favor. Nada más falso. Con esto queda muy claro que la nuestra es una relación mutualista, es decir, ambas partes resultan altamente beneficiadas. Aunque estemos provistos naturalmente de mecanismos para absorber los diferentes alimentos, es evidente que lo podemos hacer mucho mejor gracias a la microbiota intestinal que reside en nosotros. En la naturaleza ya se han descrito asociaciones muy estrechas con el mismo propósito: las termitas pueden comer madera porque en su tracto digestivo viven felices ciertas bacterias que degradan la celulosa. No se sabe porqué pero dentro de nuestro probado mutualismo ha habido cierta selección de microorganismos que degradan compuestos muy definidos. Existen cosas que no podemos ingerir. Sería glorioso poder comer hojas arbóreas y sus ramas (¿cuáles sabrán mejor?), probar el bambú (los pandas lo ingieren con fruición), o arrancar un pasto verdísimo y devorarlo después de una lluvia de verano: fresco y húmedo. Lástima que no podemos.

Neta, la próxima vez que ingieras algo detente un poco y piensa que lo puedes disfrutar gracias a los millones de microorganismos que viven en ti. Piensa que mientras tú les das un hogar plácido y confortable, ellos te devuelven el favor permitiéndote comer casi todo. También piensa que sin ellos dentro, perderías parte de ti mismo.
Para Alón. (Alles Gute zum Geburstag!!)

Friday, August 11, 2006

¿Pandemia gripal aviar?

Es muy desagradable estar enfermo de gripe. Los estornudos, el moqueo, la fiebre de hasta 40° C, los escalofríos y las molestias musculares pueden llevar a algunos a permanecer hasta 3 días en cama. Esta enfermedad se manifiesta cuando el virus de la influenza invade nuestras vías respiratorias. En el caso particular de este virus (no confundir con el resfriado común), lo más conveniente es reposar y tomar algún analgésico para aminorar las molestias mientras la enfermedad sigue su curso hasta desaparecer por completo.

Este padecimiento también afecta a otros mamíferos y aves, pero los virus que afectan a humanos no afectan a otros mamíferos y aves, y viceversa. Esta percepción cambió en 2003, cuando la comunidad médica mundial advirtió sobre una cepa de gripe proveniente de aves muy agresiva, que era capaz de infectar humanos y, en algunos casos, provocaba la muerte. Los primeros casos documentados de gripe aviar en humanos se dieron en 1997, en Hong Kong: 18 personas fueron infectadas y 6 murieron. Casi 7 años después, 124 personas habían contraído la enfermedad y 63 habían muerto en varios países asiáticos. Con esto, surge la duda ¿por qué un virus que está adaptado a infectar células de aves puede infectar también células de primates? Se ha especulado mucho al respecto y aún no hay nada claro, restan por hacer muchos estudios e indagar más el asunto, aunque todo parece indicar que son casos excepcionales. Pero los médicos se han aventurado a proponer que el virus de gripe aviar (denominado H5N1) pudo haber hecho el “salto” de infectar aves a infectar humanos en un solo paso, esto es, que un virus que infectaba aves originalmente, comenzó a infectar humanos prácticamente de un día para otro. Esto es muy improbable y no refleja el resultado de las investigaciones serias que se han realizado al respecto.

Además, se han atrevido a comparar el potencial de la gripe aviar actual con la pandemia gripal que mató a 40 millones de personas alrededor del mundo entre 1918 y 1919, la cual se conoció como gripe española. Un grupo de médicos afirma que el virus que mermó la población a principios del siglo XX provenía de las aves, y que mediante adaptaciones específicas, fue capaz de infectar al ser humano. También, proponen que se esparcía como cualquier gripe común: mediante tos o estornudos. Otros grupos de investigación (no médicos) han cuestionado seriamente esta hipótesis y hacen evidente que el primer grupo ha malinterpretado sus propios resultados, generando una voz de alarma prácticamente infundada que puede distorsionar la percepción del público acerca del riesgo de la enfermedad, con consecuencias económicas y sociales muy serias. Si bien es cierto que la cepa H5N1 ha causado varios decesos, no hay evidencia que apunte hacia un posible esparcimiento global. Ante esto, uno concluye que los médicos son unos ineptos para interpretar los resultados de sus propias investigaciones, pero lo más grave: han generado un pánico mundial sin sustento cuando afirman que se debe luchar por contener una inminente pandemia gripal aviar de consecuencias mayúsculas.

Ya en el colmo de la estupidez, con el pretexto de detener la propagación del virus, todos vimos alguna vez las imágenes provenientes de Asia y Europa
de unos tipos sacrificando aves de corral enfundados en trajes cuasiespaciales; todo al más puro estilo Hollywoodense. Y ante esto, sólo nos resta pensar que también son teatreros, escandalosos y mamones.

Friday, August 04, 2006

Mascotas

Muchos hemos sentido fascinación por los dinosaurios alguna vez. Saber que hace millones de años poblaron la tierra seres de dimensiones gigantescas, y que formaban parte de una cadena trófica funcional, puede provocar, incluso, nostalgia. Nunca los veremos vivos, pero gracias a los fósiles, se puede reconstruir sus anatomías e inferir ciertos aspectos conductuales.

Los dinos de mayor tamaño pertenecían a la familia de los saurópodos, los dinosaurios que viste en Jurassic Park con un cuello y una cola larguísimas, casi interminables. Llegaban a pesar 90 toneladas y medían hasta 30 metros. Sin embargo, hace un par de meses la revista científica más importante, el semanario británico Nature, publicó este artículo En él, un grupo de paleontólogos alemanes estudian varios especímenes de lo que parecen ser saurópodos bebés. En algunas localidades de Baja Sajonia este grupo ha colectado huesos de individuos que rondan desde 1.7 hasta 6.2 metros. Para elucidar la edad real de los pequeños saurópodos, realizan cortes histológicos en huesos que se encuentren en condiciones de soportar el estrés que esto representa, y se percatan de algo fascinante: en todos los casos encuentran anillos de crecimiento bien formados, algo similar a los anillos que forman también los troncos de los árboles, entre más anillos tiene, más viejo es. En pocas palabras, los individuos eran especimenes adultos, ¿saurópodos enanos? ¿cómo es posible? La explicación a este fenómeno parece saltar de inmediato: estos individuos pertenecen a un grupo de saurópodos basales que aún no desarrollaban esos tamaños colosales. Es bien sabido que algunos vertebrados tienden al gigantismo (los primeros mamíferos eran del tamaño de un ratón, vean ahora el tamaño de la ballena azul), por tanto, es lógico pensar que pertenezcan a una época temprana dentro del periodo geológico del Triásico (el primero que registra a los dinos).

Pues no. Los fósiles datan del Jurásico tardío, justo cuando los saurópodos desarrollaron sus mayores tallas. Al tratar de explicar esto, los autores descubren, mediante paleogeografía, que el sitio donde hallaron los fósiles era una pequeña isla (200,000 km2) justo cuando los pequeños saurópodos vivían. Esto significa que, Europasauros holgeri se vio forzado a disminuir su tamaño para poder habitar espacios terrestres reducidos, ya que su enorme talla original le habría imposibilitado sobrevivir en ese nicho.

Cuando leí esto traté de imaginarme a un saurópodo chiquito, de no más de dos metros de largo de cabeza a cola. Y concluí que sería una excelente mascota. Imagínate, un dinosaurio lo suficientemente pequeño para tenerlo en una casa medianamente grande. Sin la angustia de que algún día te ataque porque es herbívoro. Viéndolo comer ramas de tu mano mientras emite quién sabe qué sonidos, y pensar que frente a ti hay un dino que, generaciones atrás, medía y pesaba 10 veces más.

Cada mañana lo verías a los ojos y le preguntarías ¿cómo era el mundo cuando tú y tu familia vivían?, y él, sin sonidos de por medio, sólo con un gesto, te diría: feliz, sin Homo sapiens a nuestro alrededor. Y tú, le creerías sin dudar.