Desde que la especie humana tuvo conciencia de la inmensidad del espacio exterior, la posibilidad de la vida fuera de la tierra ha sido fuente constante de especulación. Imaginar que otras civilizaciones podrían estar allá afuera provoca fascinación y hasta miedo. Hace 45 años dio inicio un proyecto para detectar inteligencia extraterrestre, y al mismo tiempo, para emitir mensajes cortos de “aquí estamos” que puedan ser rastreados por ellos. Para lograr esto último, los esfuerzos se centran en mandar al espacio ondas electromagnéticas usando radiotelescopios. Para detectar señales de vida en el espacio también se rastrean ondas electromagnéticas lo cual, de entrada, ya supone un problema mayúsculo. Al tratar de rastrearlas, se asume que las otras civilizaciones hipotéticas están emitiendo también ondas electromagnéticas. Tal vez su forma de contactarnos sea otra y ni siquiera lo detectamos o no podemos decodificar el mensaje. No lo sabemos.
Pese a todo, mandar señales de esta índole parecía ser la opción más viable de contacto con seres provistos de gran inteligencia. Pero a últimas fechas surgió una propuesta de comunicación que no deja de asombrar. De hecho suena un tanto ingenua. Dos sujetos proponen que la mejor forma de comunicación interespacial es mediante mensajes dentro de una botella. Sí, no leíste mal, puedes ver el resumen de su artículo aquí (pon atención al último enunciado). La idea no es nueva, pero ellos hacen un estudio cuantitativo al respecto y concluyen que esta forma sería a la larga (muuuuuy a la larga) más eficaz que mandar señales electromagnéticas al espacio. Demuestran que desde el punto de vista energético, esta vía es mucho más efectiva. Supongamos pues que éste medio es realmente eficiente y dejemos de lado el factor del tiempo (la botella tardaría algunos millones de años en llegar a otra civilización), ¿qué mensaje debería llevar el artefacto en cuestión en su interior? Información biológica y matemática parecen ser la respuesta. Se deben enviar pistas concisas sobre cómo se da la vida en la tierra (estructura del DNA) y operaciones matemáticas que muestren nuestro raciocinio (ver figura). Los autores de este artículo también plantean que se deben rastrear a nuestro alrededor artefactos similares a los que ellos proponen para la comunicación intercivilizaciones. Sugieren que se deben buscar este tipo de objetos cerca de la Tierra, ya que otras culturas podrían ya haber mandado mensajes dentro de botellas. Llama mucho la atención que ese artículo les haya valido a los autores la portada de la revista Nature ¿Realmente era para tanto? Con esto queda claro que en todos lados se cuecen habas. La ciencia no está exenta de sensacionalismo ni de amarillismo.
Hay una enorme cantidad de esfuerzo y muchísimo dinero puestos en buscar civilizaciones extraterrestres como prueba de vida fuera de la Tierra. Si te das una vuelta por el SETI, te darás cuenta de que no es poca cosa lo que hacen.
Sin embargo, la vida fuera de la tierra puede estar mucho más cerca de lo que nos han hecho creer. En serio.
Pese a todo, mandar señales de esta índole parecía ser la opción más viable de contacto con seres provistos de gran inteligencia. Pero a últimas fechas surgió una propuesta de comunicación que no deja de asombrar. De hecho suena un tanto ingenua. Dos sujetos proponen que la mejor forma de comunicación interespacial es mediante mensajes dentro de una botella. Sí, no leíste mal, puedes ver el resumen de su artículo aquí (pon atención al último enunciado). La idea no es nueva, pero ellos hacen un estudio cuantitativo al respecto y concluyen que esta forma sería a la larga (muuuuuy a la larga) más eficaz que mandar señales electromagnéticas al espacio. Demuestran que desde el punto de vista energético, esta vía es mucho más efectiva. Supongamos pues que éste medio es realmente eficiente y dejemos de lado el factor del tiempo (la botella tardaría algunos millones de años en llegar a otra civilización), ¿qué mensaje debería llevar el artefacto en cuestión en su interior? Información biológica y matemática parecen ser la respuesta. Se deben enviar pistas concisas sobre cómo se da la vida en la tierra (estructura del DNA) y operaciones matemáticas que muestren nuestro raciocinio (ver figura). Los autores de este artículo también plantean que se deben rastrear a nuestro alrededor artefactos similares a los que ellos proponen para la comunicación intercivilizaciones. Sugieren que se deben buscar este tipo de objetos cerca de la Tierra, ya que otras culturas podrían ya haber mandado mensajes dentro de botellas. Llama mucho la atención que ese artículo les haya valido a los autores la portada de la revista Nature ¿Realmente era para tanto? Con esto queda claro que en todos lados se cuecen habas. La ciencia no está exenta de sensacionalismo ni de amarillismo.
Hay una enorme cantidad de esfuerzo y muchísimo dinero puestos en buscar civilizaciones extraterrestres como prueba de vida fuera de la Tierra. Si te das una vuelta por el SETI, te darás cuenta de que no es poca cosa lo que hacen.
Sin embargo, la vida fuera de la tierra puede estar mucho más cerca de lo que nos han hecho creer. En serio.
Próximamente la segunda parte.