A partir de hoy, eso es lo que le deberás decir a todo aquel güey delgado que haga alusión a esos kilos de más que te sobran. Al menos esa es la primera impresión que uno obtiene al leer el trabajo de estos autores avecindados en uno de los tantos centros distribuidos alrededor del mundo que acaparan la atención hoy en día: los centros de ciencias genómicas. Seguro ya has escuchado de las maravillas que algunos aventurados cuentan acerca de la secuencia del genoma humano: que todas las enfermedades genéticas tendrán cura, que viviremos más de 100 años con la salud de 40, que tendremos medicamentos a la medida, en fin; para algunos, el tener la secuencia de los 35 mil genes que nos conforman parece suficiente para imaginar eso y más. Aguas, la cosa no es tan fácil, ahora se sabe que las enfermedades más graves (cáncer, por ejemplo) no tienen que ver con los genes sino con la regulación génica, esto es, la frecuencia con la que algunos genes se prenden o se apagan; y eso es mucho más complejo que sólo analizar la secuencia. Para que te des una idea de qué tan complejo es el asunto, existen ya algunos indicios señalando que lo que nos hace diferentes del chimpancé (con quien compartimos más del 99% del genoma) es justamente la regulación génica.
Ya hemos hablado aquí de la obesidad y también de la microbiota intestinal. Además hemos dejado claro la relación estrecha entre las bacterias que habitan nuestro tracto digestivo y nosotros. Pues bien, los autores del artículo realizaron un interesante experimento para ver la correlación entre el tipo de bacterias que habitan nuestra panza y la obesidad. Primero quisieron saber qué tipo de bichos habitaban en el intestino de las personas obesas y delgadas (eso es lo relevante del trabajo, en lugar de buscar “un gen de la obesidad”, los autores reconocen la importancia de la simbiosis que tenemos con nuestras queridas bacterias y presuponen que algo tienen que ver), para ello tomaron muestras de la microbiota intestinal de varios individuos obesos y delgados (mujeres y hombres) y las secuenciaron. Encontraron algo fascinante: en los individuos delgados prevalece una división bacteriana (superreino) denominada Bacteroidetes, mientras que en individuos obesos prevalece la división Firmicutes. Una de dos: o el tipo de bacterias que prevalecen en la microbiota determinan que seamos delgados u obesos; o el ser obesos o delgados determina qué tipo de bacterias se alojan en nuestro tracto digestivo.
Para poder distinguir entre estas dos posibilidades, los autores hicieron un experimento muy elegante. Tomaron dos grupos de ratones libres de gérmenes (a estos ratones los crían bajo tales condiciones de esterilidad que es más probable aislar una bacteria de una jeringa plastipack sellada, que de ellos), al primer grupo le trasplantaron microbiota abundante en Firmicutes (probables responsables de obesidad) y al segundo le trasplantaron microbiota abundante en Bacteriodetes (probables responsables de delgadez). Dejaron correr los meses y al final, efectivamente, aquéllos ratones que habían sido trasplantados con Firmicutes mostraban obesidad, mientras que aquellos trasplantados con Bacteroidetes eran delgados. Así es, tal parece que el tipo de microbiota que tenemos está directamente relacionada con si somos obesos o delgados. Ojo, esto tampoco quiere decir que sea la única razón, de hecho es multifactorial. Se sabe que existe un fuerte factor hereditario (que no un solo gen), por ejemplo, la leptina es la hormona que manda la señal de hambre al cerebro, aquellos que tienen defectos en esta hormona pueden estar comiendo todo el día y no sentir saciedad. También existe el factor del sedentarismo, etc. Por último, nos queda una duda ¿por qué una división bacteriana está relacionada con la obesidad y otra con la delgadez? ¿qué papel juega la microbiota en el peso corporal de su huésped? La respuesta es simple: los Firmicutes (obesidad) tienen una capacidad mucho mayor de degradar alimentos que los Bacteroidetes (delgadez). De hecho, las bacterias que pertenecen a la división Firmicutes son capaces de degradar compuestos que los Bacteroidetes jamás degradarían, como consecuencia, los Firmicutes extraen muchas más calorías de los alimentos que procesan en comparación con los Bacteroidetes. En resumen, quienes tienen predominancia de Firmicutes en su microbiota aprovechan mucho mejor calóricamente, digamos, un bistec, que en aquellos en los que predominan los Bacteroidetes. En sentido estricto, los Firmicutes son mucho más eficientes para extraer calorías de los alimentos que los Bacteroidetes.
Esto último es lo que te da una ventaja evolutiva sobre los delgados, tienes mayor fitness que ellos. Imagínate, el mundo como lo conocemos hoy cambiará pronto, el deshielo de los glaciares y la temperatura en aumento vaticinan un escenario nada agradable. Y cuando llegue ese momento, cuando el alimento comience a escasear de forma global y las guerras se disputen por comida y agua, cuando el hacinamiento alcance a las tierras altas y no haya espacio ni para respirar, tú vivirás más, porque tus bacterias te proveerán de más energía que a los delgados y tendrás más calorías disponibles. Finalmente, la ventaja evolutiva será sobrevivir más tiempo y estar mejor adaptado para superar la presión selectiva. Y ese simple hecho genera en mí el deseo de tener muchos Bacteroidetes en mi microbiota; si pudiera le trasplantaría esa división bacteriana a toda la población humana y dejaría actuar a la selección natural, ella sabría hacer muy bien lo que ha hecho durante 3500 millones de años.
Ya hemos hablado aquí de la obesidad y también de la microbiota intestinal. Además hemos dejado claro la relación estrecha entre las bacterias que habitan nuestro tracto digestivo y nosotros. Pues bien, los autores del artículo realizaron un interesante experimento para ver la correlación entre el tipo de bacterias que habitan nuestra panza y la obesidad. Primero quisieron saber qué tipo de bichos habitaban en el intestino de las personas obesas y delgadas (eso es lo relevante del trabajo, en lugar de buscar “un gen de la obesidad”, los autores reconocen la importancia de la simbiosis que tenemos con nuestras queridas bacterias y presuponen que algo tienen que ver), para ello tomaron muestras de la microbiota intestinal de varios individuos obesos y delgados (mujeres y hombres) y las secuenciaron. Encontraron algo fascinante: en los individuos delgados prevalece una división bacteriana (superreino) denominada Bacteroidetes, mientras que en individuos obesos prevalece la división Firmicutes. Una de dos: o el tipo de bacterias que prevalecen en la microbiota determinan que seamos delgados u obesos; o el ser obesos o delgados determina qué tipo de bacterias se alojan en nuestro tracto digestivo.
Para poder distinguir entre estas dos posibilidades, los autores hicieron un experimento muy elegante. Tomaron dos grupos de ratones libres de gérmenes (a estos ratones los crían bajo tales condiciones de esterilidad que es más probable aislar una bacteria de una jeringa plastipack sellada, que de ellos), al primer grupo le trasplantaron microbiota abundante en Firmicutes (probables responsables de obesidad) y al segundo le trasplantaron microbiota abundante en Bacteriodetes (probables responsables de delgadez). Dejaron correr los meses y al final, efectivamente, aquéllos ratones que habían sido trasplantados con Firmicutes mostraban obesidad, mientras que aquellos trasplantados con Bacteroidetes eran delgados. Así es, tal parece que el tipo de microbiota que tenemos está directamente relacionada con si somos obesos o delgados. Ojo, esto tampoco quiere decir que sea la única razón, de hecho es multifactorial. Se sabe que existe un fuerte factor hereditario (que no un solo gen), por ejemplo, la leptina es la hormona que manda la señal de hambre al cerebro, aquellos que tienen defectos en esta hormona pueden estar comiendo todo el día y no sentir saciedad. También existe el factor del sedentarismo, etc. Por último, nos queda una duda ¿por qué una división bacteriana está relacionada con la obesidad y otra con la delgadez? ¿qué papel juega la microbiota en el peso corporal de su huésped? La respuesta es simple: los Firmicutes (obesidad) tienen una capacidad mucho mayor de degradar alimentos que los Bacteroidetes (delgadez). De hecho, las bacterias que pertenecen a la división Firmicutes son capaces de degradar compuestos que los Bacteroidetes jamás degradarían, como consecuencia, los Firmicutes extraen muchas más calorías de los alimentos que procesan en comparación con los Bacteroidetes. En resumen, quienes tienen predominancia de Firmicutes en su microbiota aprovechan mucho mejor calóricamente, digamos, un bistec, que en aquellos en los que predominan los Bacteroidetes. En sentido estricto, los Firmicutes son mucho más eficientes para extraer calorías de los alimentos que los Bacteroidetes.
Esto último es lo que te da una ventaja evolutiva sobre los delgados, tienes mayor fitness que ellos. Imagínate, el mundo como lo conocemos hoy cambiará pronto, el deshielo de los glaciares y la temperatura en aumento vaticinan un escenario nada agradable. Y cuando llegue ese momento, cuando el alimento comience a escasear de forma global y las guerras se disputen por comida y agua, cuando el hacinamiento alcance a las tierras altas y no haya espacio ni para respirar, tú vivirás más, porque tus bacterias te proveerán de más energía que a los delgados y tendrás más calorías disponibles. Finalmente, la ventaja evolutiva será sobrevivir más tiempo y estar mejor adaptado para superar la presión selectiva. Y ese simple hecho genera en mí el deseo de tener muchos Bacteroidetes en mi microbiota; si pudiera le trasplantaría esa división bacteriana a toda la población humana y dejaría actuar a la selección natural, ella sabría hacer muy bien lo que ha hecho durante 3500 millones de años.
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ACTUALIZACIÓN
No quise seguir porque ya me había enrollado como manguera de jardín, pero tengo que hacerlo. Lo que me deja muy inquieto es que en un trabajo paralelo de los mismo autores, señalan que pusieron a dieta estricta durante un año a algunos sujetos obesos. Tras este tiempo, volvieron a tomar muestras de su microbiota y las secuenciaron. Descubrieron que, tras haber bajado bastantes kilos, su microbiota se componía en su mayoría de Bacteroidetes. O sea, cuando eran obesos abundaban los Firmicutes, y ahora que se habían puesto a dieta abundan los Bacteriodetes, ¿esto qué quiere decir? 1) la microbiota que habita nuestro intestino se selecciona paulatinamente por la cantidad de alimento que ingerimos, y eso está cabrón, imagínate ¡entre más comes, tus bacterias se vuelven más aptas para degradar calorías, ergo, subes más de peso! 2) el tipo de microbiota que habita en nosotros es la consecuencia de una serie de factores altamente complejos que no logramos entender del todo (la cosa ahí dentro es bien compleja, hay un microambiente dado por el pH, la salinidad, la cantidad de nutrientes, etc). Sinceramente, yo me quedo con la segunda opción. Si bien es cierto que el experimento con los ratones es muy contundente, tú tendrías que volver a nacer (literalmente) para que te trasplantaran una u otra microbiota (lo siento, si pensabas que se podía hacer a estas alturas, lamento decirte que es ínfimamente probable). Ese resultado es la consecuencia de parámetros muy bien controlados que no ocurren naturalmente. Nos da una idea de cómo la microbiota influye en la obesidad y da pistas para abordar el asunto, pero hasta ahí. Sin embargo, eso no cambia el hecho que los obesos digieren mucho mejor la comida que los delgados, punto.