Las aves silvestres son reservorios naturales de diversas
cepas de gripe, las cuales, bajo circunstancias normales, son inofensivas para
sus huéspedes. Pero en 1996 una cepa de gripe aviar causó alarma por dos
motivos: i) cientos de aves acuáticas comenzaron a morir en los parques Penfold
y Kowloon, China, y ii) la cepa era capaz de infectar humanos, provocando
severos daños a las vías respiratorias que podían acarrear la muerte. La cepa
en cuestión fue identificada como H5N1. Desde entonces, se han contabilizado
606 casos y 357 decesos (mortalidad superior al 50%). Los números son
discretos, sobre todo si tomamos en cuenta que han pasado 16 años desde los
primeros casos; sin embargo el asunto no es menor. La H5N1 es la primera cepa
de gripe conocida que puede infectar aves y mamíferos a la par (tigres, picas,
conejos); si bien los reservorios naturales son aves silvestres, cuando la
gripe afecta aves de corral puede ser muy agresiva y alcanzar tasas de
mortalidad del 90-100% en tan solo 48 horas. Tomando en cuenta la mortalidad en
aves de corral y la capacidad de esta cepa para infectar humanos, el temor era
claramente fundado. A pesar de esto, la cepa no alcanzó proporciones pandémicas
porque adolecía una característica básica para ello: no se transmitía de persona
a persona, es decir, el virus no se adquiría mediante el spray generado por estornudos
y tos. Hace un par de años, dos grupos de investigación quisieron saber si
la H5N1 era capaz de mutar para poder transmitirse de esta manera. El objetivo
era loable: saber si esta cepa representaba un peligro real que pudiera poner
en riesgo la salud de la población mundial. Para lograrlo, utilizaron
ingeniería genética, modificando la estructura del virus y usando hurones como
modelo de estudio. Lo consiguieron y los resultados estuvieron listos el año
pasado, pero un comité de bioseguridad frenó su publicación, alegando que esa
información podría ser utilizada por bioterroristas para provocar una pandemia de
consecuencias catastróficas. Detallemos ambos trabajos y veamos si el temor
bioterrorista es fundado o no.
Para lograr que la cepa H5N1 se transmitiera eficientemente
mediante el aire, el grupo de Yoshihiro Kawaoka dividió su trabajo en 4 fases.
i) Mutó aleatoriamente la proteína hemaglutinina (de allí la H en la
nomenclatura del virus), cuya función consiste en adherirse al receptor celular
de mamíferos. Cuando lograron aislar una proteína que reconociera receptores
humanos, descubrieron que eran necesarias dos mutaciones para que esto
ocurriese. Es decir, hacen falta sólo dos cambios en esta proteína para que en
lugar de reconocer receptores de células en aves, reconozca receptores en
células humanas (esto de entrada ya es notable. Es muy sorprendente que sólo 2
cambios alteren la especificidad en organismos tan filogenéticamente
distintos); ii) Al tener lista la hemaglutinina que reconoce células humanas,
el grupo procedió a hibridarla con segmentos de la cepa H1N1 del 2009 (ajá, la
misma cepa pandémica que provocó temor mundial durante algunas semanas). Este
punto, a pesar de sonar descabellado, es completamente fundado: ambos virus se
han detectado cohabitando en cerdos, pudiendo intercambiar material genético y
generando virus híbridos de forma natural ; iii) Cuando estuvieron listos los
virus híbridos, fueron inoculados en hurones (el modelo animal ideal para
estudiar influenza). Una semana después de la inoculación, se aisló una cepa
que era capaz de multiplicarse de forma veloz. Cuando se investigó esta cepa,
se detectó una tercera mutación que le confería proliferar exitosamente; iv)
Esta última cepa fue inoculada a algunos hurones y después de algunos días,
hurones sanos en jaulas contiguas se habían contagiado de la cepa H5N1. Al
analizar esta última cepa, descubrieron una cuarta mutación que le permitía
propagarse exitosamente a través del aire. En resumen, se necesitan 4 cambios (¡sólo
4!) para que el virus H5N1 pase de infectar aves, a infectar mamíferos
eficazmente. Es importante aclarar que: a) la H5N1 mutada no mató a ninguno de
los hurones infectados, b) se propaga más lentamente que la cepa pandémica H1N1
del 2009, y c) causa menos daño a los pulmunes, es susceptible al tamiflu, y
una vacuna prototípica contra H5N1 genera inmunidad.
El segundo artículo, encabezado por Ron Fouchier, difiere sutil
pero sustancialmente del estudio hecho por Kawaoka. En este trabajo, en lugar
de mutar aleatoriamente la hemaglutinina, se generaron un par de mutaciones
dirigidas a aminoácidos específicos. Ellos sabían que al hacer estas
mutaciones, la hemaglutinina podría reconocer células humanas. A partir de eso,
hicieron algo simple pero muy efectivo. Inocularon directamente hurones sanos
con muestras nasales de individuos enfermos y repitieron este procedimiento 10
veces. Es decir, no se enredaron con metodologías sofisticadas creando virus
híbridos; utilizaron la técnica llamada “passaging”. Al final, obtuvieron
varias cepas de H5N1 que podían transmitirse a través del aire de un hurón
enjaulado a otro. Cada una de las cepas obtenidas, tenían al menos 9 mutaciones,
cinco de las cuales eran compartidas por todas las cepas. Igual que en el
trabajo de Kawaoka, ningún hurón murió a causa de las cepas y todas fueron susceptibles
al fármaco oseltamivir. También las vacunas tradicionales contra el H5N1
generaron inmunidad contra las nuevas cepas. Habiendo descrito los trabajos,
pasemos al asunto social.
El Consejo Nacional de Ciencia para la Bioseguridad de los
Estados Unidos de América (NSABB por sus siglas en inglés) fue creado a raíz de
los ataques bioterroristas con esporas de ántrax que se remontan a 2001.
Comenzó a funcionar en 2005 y el gobierno gringo lo creó para atender
cuestiones (información y tecnología) que tengan el potencial de ser usadas
como una amenaza para la salud pública o la seguridad nacional. Al contener
información considerada “peligrosa”, los 22 miembros que conforman el consejo
debatieron durante varios días las consecuencias de que estos artículos fueran
expuestos a la luz pública. ¿Pero por qué los gringos tenían injerencia en el
asunto? El grupo de Kawaoka está ubicado en la Universidad de Wisconsin,
Madison, y trabaja con donativos federales. El grupo de Fouchier está ubicado
en Holanda, pero mandaron su trabajo a la revista norteamericana Science.
(Curiosidades: Kawaoka mandó su trabajo a la revista Nature el 18 de agosto de
2011; Fouchier lo mandó el 30 de agosto. Cuando un tema es “candente”, es común
que grupos independientes manden sus manuscritos con días de diferencia,
frecuentemente con conclusiones similares, como ocurrió en este caso. Incluso
existen varios ejemplos que se envían a la misma revista, y lo usual es que se
publiquen en el mismo número.) Después de deliberar, el NSABB recomendó a los
journals que publicaran los artículos, pero los materiales y métodos sólo
podían ser compartidos entre “científicos autorizados” y oficiales de salud.
Esa decisión fue histórica: era la primera vez que el consejo promovía una restricción
desde su creación. La polémica no se hizo esperar. La comunidad científica
argüía que EUA había proveído los fondos para esa investigación (la de Kawaoka,
al menos) y que ahora quería censurarla. A mediados de febrero de este año,
Kawaoka y Fouchier presentaron sus respectivos trabajos en una reunión cerrada
en la sede de la OMS, en Ginebra. Allí aseguraron que los beneficios de sus
resultados (rastrear virus silvestres con mutaciones potencialmente peligrosas)
eran mucho más meritorios que los posibles riesgos. Ante un comité heterogéneo
que tenía conocimientos de biología y medicina, pero también de seguridad nacional
y derecho, los autores dejaron claro que los virus generados por ellos no
mataron a los hurones. Es decir, no eran necesariamente letales. Además, el
trabajo se había realizado en un modelo animal, y no tenían la más pálida idea
si estos virus podrían infectar exitosamente al humano ni si podrían
transmitirse por vía aérea de persona a persona. Al final, el comité de la OMS
compuesto mayoritariamente por académicos dedicados al virus de la gripe,
recomendó la publicación de ambos papers. Ante esta nueva evidencia, los
Institutos Nacionales de Salud (NIH, la principal agencia de salud
norteamericana) pidió al NSAAB que reconsiderara su postura. Como consecuencia,
Kawaoka y Fouchier expusieron sus trabajos ante la NSAAB y enfatizaron
nuevamente los beneficios.
Tras un día entero de deliberación e interrogatorios a los
investigadores, el comité votó unánimemente para que el trabajo de Kawaoka
fuese publicado, y la votación para la publicación del trabajo de Fouchier
quedó 12-6 a favor. El artículo de Fouchier fue considerado un poco más
peligroso porque, según el comité, no quedaba del todo claro qué tan peligrosa
era la cepa que él había obtenido. Días después de esa reunión, Michael
Osterholm (un integrante del comité) mandó una carta al NIH donde menciona que
Fouchier les reveló la existencia de otra cepa con una mutación extra, la cual
era transmisible a través del aire y, además, mortal (la carta en pdf aquí). Si bien es cierto que los temores iniciales
para la publicación de los artículos parecían fundados, parece quedar claro que
no representan ningún riesgo para la bioseguridad de ningún país. Se lograron
obtener cepas H5N1 que son capaces de infectar y transmitirse a través del
aire, pero los daños que causan son menores. Una hipótesis sugiere que a medida
que la transmisibilidad aumenta, la virulencia decae. Es difícil pensar que los
datos vertidos aporten elementos para crear una cepa muy virulenta que diezme a
la población mundial. Lo anterior se sustenta por: a) las vacunas disponibles
confieren protección para las cepas obtenidas por estos grupos, y b) son
susceptibles a los medicamentos actuales. Pensar en una cepa capaz de sortear
ambas barreras se antoja difícil, aunque no imposible. Será interesante la
decisión del NSAAB cuando Fouchier quiera publicar los datos que muestren su
cepa mortal y capaz de transmitirse a través del aire. No se augura mucho
éxito, porque el comité tendrá un argumento poderoso para restringir su
publicación. Como se observa, la cuestión de la influenza es muy compleja.
Tiene aristas científicas pero también políticas y éticas. Todos los que consideraron menor la influenza H1N1 del 2009, pueden tener una idea más clara que el
asunto de la gripe puede ser muy peligroso. La gente tiende a minimizar la influenza, esgrimiendo que la
diabetes mata más individuos, que la tuberculosis la sufren miles de
personas y argumentos parecidos que descontextualizan totalmente el
punto. El problema no es detener una nueva
epidemia (habrán más, sin duda) el verdadero problema radica en tratar de
anticipar qué tan grave puede ser y cuáles son las medidas adecuadas para
contenerla. Los artículos expuestos dejan claro que la cepa H5N1 podría
infectar humanos y volverse transmisible de persona a persona. Y si recombina
con otras cepas o muta para volverse muy virulenta, el asunto podría ser muy
grave. Baste recordar que la "gripe española" mató a 40 millones de personas en 1918. El conocimiento generado y las medidas preventivas abonarán para que un escenario así no se repita.
2 comments:
Que gusto leerte de nuevo. Saludos
Cocinas a fuego lento tus posts, pero qué delicia!
Abrazo.
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